Ayer abstraído en mi eterna espera decidí matar el tiempo
viendo El Chef, la receta de la felicidad
(Comme un Chef, Daniel Cohen, 2012), el último acercamiento del cine
francés al mundo de los restaurantes de alta cocina.
Entretenida comedia que refleja las penosas y reales peripecias
laborales de un cocinero autodidacta, hasta llegar a la cocina de un restaurante
tres estrellas Michelin, el chef del cual se encuentra sumergido en una crisis
creativa que provoca situaciones un tanto surrealistas.
Destacaré la actuación de El profesional Jean Reno, del que me declaro fan, en el papel de
Alexandre Lagarde, el histriónico y vanagloriado chef que se ve atrapado por
las presiones de la multinacional que posee sus restaurantes y que lucha por
defender la cocina tradicional frente a la moderna
cocina molecular.
Curiosa, si más no, es la participación de Santiago Segura
en el film, en el papel de un cocinero español especializado en la cocina
molecular… cosa que me hizo pensar en la intrigante perspectiva que tienen
nuestros vecinos franceses sobre la cocina que se hace por debajo de los
Pirineos.
Me hizo pasar el rato, que era lo que pretendía, supongo que
ese aire francés de alta cocina caótica me hizo recordar en algunos momentos a Ratatouille… y eso siempre es agradable.
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